¿Qué me acaba de llegar?
Tranca, si tenemos tu mail es porque alguna vez estuvimos en contacto y nos animamos a llegar a tu casilla. Ojalá te guste :)
Somos amigas hace diez años y tenemos una adicción: todos los días nos llamamos por videollamada. Con los años, las conversaciones se transformaron en un laboratorio de pensamiento, un espacio en donde discutíamos ideas, libros, política, amores y desamores, familia, y hasta donde hablábamos de lo que no sabíamos tanto, en definitiva, un espacio de libertad para hacernos preguntas. Hoy, creemos que es el momento para que sean algo más, para que trasciendan el encuentro privado porque tienen la potencia para habitar un nuevo formato que posibilite el compartir.
Como pensamos sobre el presente hasta agotarnos, Cosas que nos pasan con cosas que pasan es un newsletter en donde vamos a compartir nuestro mundo, para que esas charlas telefónicas encuentren un nuevo lugar.
Salimos dos jueves al mes a las 8.30 am con contenido de todo tipo: recomendaciones sobre películas, teatro, libros, cosas que nos hicieron reír y reflexiones sobre la actualidad.
Si te copa, sumate acá:
Desintoxicación
Sol G.
Porque soy idealista y pienso que cada nuevo año es la excusa perfecta para proponerme nuevos hábitos, que generalmente duran menos que lo que tarda alguien en abrir una puerta rápido, así como un susto, decidí empezar el 2024 eliminando las redes sociales de mi teléfono. Instagram porque es el mal de los males más grandes que apareció en nuestra época, porque es una angustia total sentir como la aplicación es capaz de retenerte por horas sin que te des cuenta, sabiendo además que tenés que frenar y no podés, que incluso genera insomnio porque la luz de la pantalla inhibe la producción de melatonina, una hormona que regula los ritmos circadianos, es decir, la señal que necesita el cuerpo para entender que es de noche y que es hora de dormir. Twitter porque es mi manera de informarme, pero concluí que desinforma porque los usuarios son partidarios, algo siempre militan, depende de quién es el que escribe para opinar de una manera específica, me cansé de pensar y sentir que nada era cierto, que no podía confiar en las personas porque sinceramente, la posta no la tiene nadie, es una red con carta libre para que cualquiera sea un analista político-social y diga una sarta de pelotudeces que me terminan preocupando el triple.
Los primeros días noté el síndrome de abstinencia, tenía que hacerle caso omiso a mi instinto que me repetía que me faltaba algo por hacer, por mirar, pero no, no había nada más ahí dentro una vez que contestaba los mensajes de chat sin leer y me sentía vacía, carente de sentido por unos segundos, que después se convertían en aburrimiento, como si el celular me fuese a regalar más vida o algún propósito. Lo bueno es que leí cuatro libros en lo que va del año, una novela que recomiendo: Sangre en el ojo de Lina Meruane, Una nueva vida, de Lucía Berlín (colección de cuentos cortos) y después otras dos de Ken Follet para satisfacer mis gustos por las ficciones de historia noveladas que tratan sobre el espionaje y las guerras del siglo pasado. Son placeres con culpa porque me dan la misma sensación que las series adictivas medio pelo de Netflix, solo que me tranquiliza no estar absorbida por la televisión y de paso empaparme de ciertos momentos historiográficos, sentir que al menos aprendo.
Duré un mes, que puede parecer poco pero creo que habré ganado más de dos horas por día, lo que es igual a un día completo (!), y gané también la sensación olvidada de prender la lámpara de mi mesita de luz, meterme dentro de las sabanas y leer, leer, leer hasta que me pesen los ojos, quedarme dormida con una tranquilidad que me afecta todo el cuerpo en vez de sentir la ansiedad galopante que define a nuestra generación y ese hábito lo pienso mantener — no más teléfono después de las 10 pm. Esta semana sí tengo redes porque cuando una tiene proyectos que quiere compartir, se vuelven aliadas poderosas para visibilizar el trabajo, buscar adhesión o interés, pero apenas cumpla mis objetivos voy a buscar de nuevo esa paz mental que trae el no consumir contenido que me importa demasiado poco.
Todo por ser hater
PI
Nunca pensé que iba a ser de esas personas que hacen yoga, pero ahora lo hago. Me resistí por muchos años, había algo de lo que representaba que me molestaba. Sentía que era una actividad que te volvía medio insoportable, militando el haber “despertado” porque ahora sabés como funciona el tema de los chakras, la estabilidad y los mantras y crees que tenés una conexión potente con lo oriental. Que además me molestaba la insistencia de querer absorber occidentalmente algo oriental, que no entendemos, que no nos pertenece, que es distinto. Todo por ser hater.
El tema es que me encuentro en un momento que necesita calma y los otros tipos de entrenamiento me parecían demasiado, asique finalmente nos encontramos. Me gusta limpiar mis prejuicios, dejarlos ir y ponerme en el lugar de aprendiz, de que no se nada y no controlo todo, de que hay mucho que me excede. Me gusta integrar cosas nuevas, hábitos que hacen bien. Me gusta la sensación de que mi cuerpo y mente se expandan, que habiten con más volumen el cosmos, no por querer llegar a un conocimiento completo de la realidad sino porque el proceso de ir incorporando data nueva me nutre. No me importan las respuestas correctas, más la dimensión que abren, ese espacio en el que uno busca y se encuentra con mucho más que una conclusión, con las posibilidades de navegar zonas desconocidas en un espacio todavía sin forma.
Por eso y más, ahora hago yoga.
Cosas piolas
Una película (porque el cine es imagen tiempo)
Paris, 13th District. Es un film que habla de vínculos cotidianos, de la complejidad de relacionarse con otros íntimamente en estos tiempos. El director es Jacques Audiard y la escribió con Céline Sciamma que es la guionista de Portrait of a Lady On Fire (2019), entre otras. Súper recomendada, un buen plan para ver representaciones de los vínculos sexoafectivos en el cine. [En Mubi o Stremio].
Una cita (porque siempre vienen bien)
“Primera conclusión: para leer, hay que aprender a estar quieto.” — Ricardo Piglia en Los diarios de Emilio Renzi.
Un video (porque te vas a reir)
Todavía quedan vacantes en el taller de escritura, Las palabras como amigas. De marzo a junio todos los jueves de 18 a 20 h en Palermo (presencial). Escribí a gowlandsol@gmail.com para más información.
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