Es casi mayo y mayo es casi mitad de año
Para hacerle frente a nuestro presente revoltoso, venimos con unas reflexiones que frenan el reloj de arena.
Nuestros errores
PI
Se instaló la idea de que no te tiene que importar lo que los otros piensan de vos. No creo que haya forma de vivir armoniosamente en sociedad si no tenemos en cuenta qué pasa con lo que hacemos y cómo repercute en el resto de las personas. Está de moda decir que te chupa un huevo el otro, que no te importa lo que digan los demás, pero si creemos en eso, nos aislamos. Si creemos eso, avalamos un mundo de personas individualizadas que no tienen en cuenta lo que los rodea. Nos conocemos mediante el otro, nos entendemos a través de su mirada, uno no sabe quién es si está solo en el mundo; se necesita de un otro para lograr el espejo.
Pero, en algunas cosas, pensar que nadie te está viendo funciona, sobre todo en la expresión artística — se puede pensar desde la escritura pero también respecto del espectador cinematográfico, la música y el arte visual. Fabian Casas habla de que hay que escribir como si el lector no fuera parte de tu tiempo para liberarnos de la insistencia constante de que el que lee tiene que entender. Quizás el que comprendió exactamente lo que quiso decir el artista pertenece a otra época, aparece diez años más tarde, quizás nunca o quizás ya. Lo importante es que el foco esté puesto en la relación de uno con su obra y no con las miles y miles de lecturas posibles.
Me llevó a pensar el libro de Alan Pauls, Fallar otra vez, en donde enaltece la falla, el error, porque cree que la potencia de uno está en su falla, que esa debilidad es en realidad su fuerte. El error es mucho más personal que lo que está bien, es más particular, más único o más propio. En el error se da ese enfrentamiento entre lo que se debe ser y lo que se es. Es ese punto específico el que hay que explorar, mejorar, embellecer y deformar — expandir desde ahí.
Pauls dice que hay que fallar cada vez mejor porque el error en el que caemos constantemente, no es cualquier error: es nuestro error, tiene la forma y la consistencia y el sabor y la temperatura y el ritmo de nuestro deseo, imaginación, alucinaciones, nuestras ideas descabelladas sobre escribir y sobre el mundo acerca de lo que escribimos.
Cara estética para el click
Sol G.
Hace unos años empecé a pensar en la idea de las velitas de cumpleaños. ¿Por qué ahora las soplamos solos? Está por llegar la torta y fingimos sorpresa mientras lo evidente sucede delante nuestro, capturado por el rabillo de nuestro ojo, porque por supuesto que no miramos de frente a lo escondido. Alguien susurra, “¿tenemos velitas?”, un escape trastabillado a la cocina en busca de eso que falta, se apaga la luz, suenan los primeros aplausos, se escucha la voz del valiente que entona la primera nota y ahí es cuando aparece un aire de incomodidad, cuando finalmente se acerca la torta. La trajo alguien, la pareja, la hermana, la madre o padre o abuela o amiga cercana cercana, pero después, la apoyan frente a tus ojos y se alejan. Los seres queridos miran y cantan las canciones pertinentes, feliz cumpleaños, cuántos años cumplís, algún que otro Salute, ¡felicidades!, pero se posicionan enfrentados, mientras vos no podés alzar la vista a causa de la vergüenza y te encontrás perdida, sin nadie a tu lado que te abrace, a excepción de niños, que por su inocencia, se acercan sin culpa con el objetivo de robar el soplo crucial de apagar tu velita, tu fuego interno, porque lo quieren para ellos.
Es ahora lo que se llama: el momento instragrameable. La persona en cuestión tiene que mantenerse en soledad para la foto, cantamos y miramos mientras el cumpleañero tiene que poner una cara lo suficientemente verdadera que transmita tranquilidad, y a nadie le da tranquilidad el paso del tiempo, y a la vez, tiene que ser una cara estética para el click.
Hace unos años, diría que por lo menos seis, ese momento seguía siendo compartido, te veias rodeado de tus más amigas, que se ponían al lado tuyo, o de tu pareja, pero ahora se creo una regla implícita: los que más quieren al cumpleañero se tienen que alejar, lo tienen que dejar solo, varado, indefenso, frente a una parba de celulares que filman o sacan fotos, una individualidad inusitada, como si la idea de comunidad se haya perdido en algún filtro, como si la realidad virtual le haya ganado a la tangible, porque todos sabemos que una foto propia recibe muchos más likes que una grupal.
Cosas piolas
Un libro (porque es una forma de felicidad)
Lea Ypi, profesora de teoría política en la London School of Economics, por primera vez publicó en 2023 un libro no académico. Libre trata sobre las memorias de infancia y adolescencia de la autora en Albania, que justamente coinciden con los últimos años del país bajo el comunismo y la transición hacía una sociedad de libre mercado. A través de su experiencia cotidiana, de la historia familiar que se va a ir descubriendo a lo largo del libro, recuerdos difusos, conversaciones en código, Ypi nos comparte un mundo interno rico, a la vez que nos cuenta la historia de su país. Es un libro realmente espectacular que invita a conocer la historia de Albania desde cerca, mientras que permite reflexionar sobre las coincidencias y límites del funcionamiento de la libertad en dos sistemas radicalmente opuestos.
Una cita (porque siempre vienen bien)
“Todas las cosas existen, reclaman existencia, y de este modo se juntan situaciones, portadoras a veces de poderosas configuraciones emotivas, y acaba cumpliéndose un destino.” — Houellebecq en Serotonina
Un video (porque te vas a reir)
Link para verlo acá.
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